viernes, 26 de diciembre de 2008

UNA CRÍTICA DE LA BIBLIOGRAFÍA SOBRE EL ROCK SUBTERRÁNEO POR EL HISTORIADOR FRANK HUAMANÍ

Revisando la web me encontré con este breve, pero no menos valioso, balance bibliográfico sobre la trayectoria del Rock Subterráneo. Mucho más importante aun es que su autor, Frank Huamaní Paliza, sea un joven historiador sanmarquino y autor de otros artículos sobre el mismo tema como: "El rock a través de la prensa oficial y la prensa subterránea en la sociedad limeña (1982 - 1985)", “Algunos apuntes a los estudios sobre el rock, discusiones y un esbozo de lo escrito e investigado” y “Un fansin - ante mundo alterna en Lima. Algunos apuntes sobre la sociedad limeña a través de los fanzines subterráneos (1985)”. El esfuerzo por comprender y rescatar un período fundamental de nuestra reciente historia musical avanza de un modo definitivo, ya no hay marcha atrás. Bien por ello.

Podemos disentir en algunos puntos: en primer lugar, el hecho de considerar «magistral» el tercer libro de Pedro Cornejo, creemos, es un exceso –aunque no podemos dejar de reconocer que se trata de una excelente introducción al tema, a lo cual podemos sumar que ha sido escrita por uno de los fundadores mismos de la movida–; y en segundo lugar, aquello que echa en falta en la obra de Daniel F. Frank tiene que reconocer que es producto, justamente, del carácter mismo del escrito pues hablamos de un testimonio de vida, no se trata de cualquier subte, ni tan solo de uno de los iniciadores, sino del músico mas influyente y trascendente de toda la historia del Rock Subterráneo (y creo que no hay que ser uno de tantos amantes o sobones del F para reconocerlo sino que basta con ser simplemente honesto; en otro momento, citaremos también a sus críticos). En todo caso, necesitamos de más textos como este para iniciar un debate.

LO ESCRITO Y DICHO SOBRE EL ROCK PERUANO: ALGUNOS APUNTES A SU ESTADO DE LA CUESTIÓN

Es muy poco lo escrito sobre el rock en el Perú, menos aun lo estudiado sobre el Rock Subterráneo en Lima. Pedro Cornejo en la parte final de su libro Juegos sin fronteras nos hace una pequeña aproximación al panorama rockero en el Perú, pero su análisis es muy escaso y la descripción poco coherente, pues los artículos que incluyen dicha publicación son recortes periodísticos y diversos ensayos publicados en los diversos diarios y revistas de la capital. Ocho años más tarde nos presentaría su magistral libro Alta tensión: los cortocircuitos del rock peruano, que es catalogado como el primer libro que se publica sobre rock en el Perú. Este texto es un excelente manual de aproximación al rock nacional, nos describe detalladamente los orígenes reales del rock en el Perú desde la década de 1950 hasta la actualidad, dándole así un vistazo general al Rock Subterráneo en Lima de la década de los 80 y 90. No obstante, los alcances que nos da dicha publicación son muy generales y con muy poca detalle y particularidad (exceptúa mucho el uso de fuentes).

Luego en el año 2001 la tesis de la PUCP de Juan Carlos Murrugarra, “Estética de lo precario”, nos describe el panorama rockero subterráneo a finales de la década de 1990. Analiza el discurso y estética subte utilizando las tesis tanto de García Canclini como de Pierre Bordieu, y ve como los actores subtes van en contra de las conductas establecidas y le imprimen un alto grado de sinceridad y peculiaridad a su conducta y, además, a la percepción que tienen de la sociedad. El autor también nos hace un recuento muy general de los inicios del movimiento subterráneo en la década de 1980, luego analiza las particularidades subtes de finales de la década de 1990 enfocándolo en tres grupos de música subterránea (Leusemia, Rafo Ráez, D'mente Común) complementándolo con el trabajo de campo y material heurístico diverso. Esta tesis nombra el discurso y particularidad subterránea con el adjetivo de “estética de lo precario”.

Posteriormente, tenemos la monografía, que se encuentra en el CEDOC de la PUCP, que lleva como título “El rock subterráneo en Lima”, que se publicó el año 1987 y que fue el primer estudio serio y científico que se hizo sobre el fenómeno subte en los 80. Este trabajo analiza críticamente la escena subterránea desde sus inicios centrándose específicamente en los años 86 y 87, para lo cual usa un extenso trabajo de campo (etnografía), además de material heurístico adecuado (fanzines, pasquines, revistas, periódicos, etc). En líneas generales, esta es una excelente investigación que fue llevada a cabo por cuatro estudiantes de la PUCP y es un gran esfuerzo por describir el fenómeno subte de la década de 1980. Lo malo es que se centra en 1986-87 que es la época en la cual el Rock Subterráneo está en franca decaída, pero esta apreciación no le quita mérito alguno a dicha publicación.

Otro de los libros fundamentales en la reconstrucción de la historia del rock es Los sumergidos pasos del amor, de Daniel Valdivia (vocalista del grupo Leusemia). Esta publicación nos hace un detallado, minucioso y completo alcance sobre los inicios y la historia en general del movimiento subterráneo en Lima. El autor no solo se limita al aspecto musical de la movida musical limeña, sino, también, al aspecto cultural y social de la misma (incluso nos da unos alcances generales de la movida subterránea en provincia). Este estudio es un gran ensayo donde se puede apreciar casi todas las generalidades del movimiento subterráneo en Lima. Una crítica al libro sería que se fundamenta, principalmente, en testimonios y vivencias personales y usa pocas fuentes científicas. Este detalle, en cierta manera, le quita rigurosidad al ensayo, pero no se puede dejar de mencionar la importancia que tiene dicha publicación.

Luego vienen diferentes artículos donde se analizan diversos aspectos particulares del movimiento subterráneo, por ejemplo Cesar Delgado Guembes, en su artículo “La pulsión del rock subte limeño”, nos hace una descripción de la música subterránea de la década de 1990 [y], a diferencia de Juan Carlos Murrugarra [en] “Estética de lo precario”, este autor utiliza las teorías de Nietzsche y Foucault para describir la conducta y melodías subtes, las cuales, afirma, siempre tienen un mensaje de trasfondo. Otro artículo es del antropólogo Giorgio Guibovich, cuyo título es “Construyendo ciudadanía desde los espacios del anonimato: la juventud y construcción de la conciencia ciudadana”, donde plantea que muchos jóvenes forman su conciencia ciudadana en los conciertos de rock y es a partir de allí que nace su concepción crítica hacia la sociedad. Luego está el artículo de Emilio García Vega, “La subterraneidad del rock peruano”, donde nos presenta una pequeña aproximación al panorama rockero subterráneo dentro del rock nacional. Describe de manera acertada los inicios del movimiento subterráneo, pero, otra vez, se cae en el facilismo de no citar las fuentes.

En general es muy poco lo escrito sobre el Rock Subterráneo en Lima, pero en los últimos 5 años se ha visto el esfuerzo e interés de muchas personas por querer construir y analizar de manera seria el movimiento subterráneo en la ciudad de Lima. Es poco, pero es un gran avance que nos permite conocer desde diversas perspectivas el movimiento subterráneo en Lima. Es necesario conocer en todas sus aristas dicho movimiento, ya que, constituye una piedra angular para entender en todas sus dimensiones nuestra sociedad peruana.

Fuente:
Histeria & Cultura (blog), may. 24 de 2008.

domingo, 2 de noviembre de 2008

«LOS MARGINADOS DE LA CIUDAD»: los HIPPIES y los SUBTES LIMEÑOS a través del ANÁLISIS SOCIOLÓGICO de LUIS MONTOYA (1992)

Los estudios sobre la movida subte no abundan, mucho menos los análisis de época. El texto que viene a continuación fue escrito por el sociólogo sanmarquino Luis Montoya Canchis, de la base 87, como parte de un texto mayor titulado El lado oscuro de la luna, con el cual se presentó y ganó la quinta edición del «Concurso de Ensayo en Ciencias Sociales», organizado por DESCO en 1992, siendo las “Visiones del Perú en los años 70 y 90” el tema propuesto para ese año. He aquí el índice de la obra:

Introducción
Una vieja y nueva generación juvenil
Los protagonistas: su pasado y su presente
- Las necesidades radicales de la juventud trabajadora
- Los varios colores de la juventud universitaria
- Los jóvenes migrantes en la tierra de todas las sangres
- Organizados y no organizados: de la comunidad al individualismo juvenil
- Los marginados de la ciudad
Un epílogo sobre actores que se siguen moviendo
Bibliografía

El «Chamán» Montoya, nombre con el cual era popularmente conocido Lucho (vean el por qué aquí), fue nuestro jefe de práctica del curso «Introducción a las Ciencias Sociales» ese mismo año. Recuerdo mucho sus clases y a los compañeros con quienes compartí el curso: subtes como Nico Morales, guitarrista de Eutanasia y uno de los que figura como entrevistado en el texto, y Freddy Malpartida, vocalista de Ráfagas. El Chamán buscaba motivar a los propios subtes de la Facultad –los alpinchistas de aquel entonces– a estudiar la movida desde cada una de las disciplinas académicas que habían elegido: la antropología, la sociología y la historia. Esperamos seguir cumpliendo con tu encargo, compañero.

LOS MARGINADOS DE LA CIUDAD


“No intento otra cosa que captar el aspecto de la
historia, en las representaciones más insignificantes
de la realidad, como si dijéramos en sus desperdicios”.

Walter Benjamin

Al intentar escribir sobre la juventud en el Perú, necesariamente se tiene que abordar las problemáticas centrales que involucran a la mayoría de los jóvenes, aquello que determina su vida o la marca cotidianamente. Pero, a la vez, también se hace urgente tomar en cuenta las vivencias particulares y de menor grado de generalización, los rasgos más tenues y menos claros en el cuadro de la ciudad, lo que Carlo Ginzburg ha llamado los indicios (1), al menos si deseamos poseer una imagen integral sobre su realidad. Es así que en esta parte quisiéramos presentar algunas ideas sobre las visiones que se crearon los jóvenes hippies, durante los setenta, y los punk, en los ochenta y noventa, expresando su necesidad de búsqueda de una identidad nueva y diferente, y en algunos casos alternativa a la que el orden social intentaba darles; una sensibilidad juvenil distinta, aunque poco difundida y limitada.

Desde los años sesenta y un poco antes, en nuestro país las brechas generacionales, al igual como se vivía en otras partes del mundo, comenzaron a manifestarse de una manera más evidente. Ciertos sectores juveniles urbanos, migrantes o ya asentados en la ciudad –de sectores populares, medios y altos–, comenzaron a manifestar un conjunto de expectativas nuevas que se reflejaron en la búsqueda de patrones culturales e ideológicos distintos, producto del proceso de modernización que había comenzado a vivir el Perú, con más fuerza, desde mediados de los cincuenta. El rock como expresión musical se convirtió en un referente de las nuevas sensibilidades juveniles urbanas, e inclusive se comenzó a asumir los intereses y los valores que la juventud defendía en otras partes: protestar contra la guerra y la inhumanidad de la sociedad capitalista, contra la marginación, y reclamar el derecho a la diferencia se convirtió en parte de esto. Vietnam, acechado por el imperialismo norteamericano, produjo en las mentalidades juveniles la protesta desde la perspectiva de la izquierda; pero también el rechazo desde la óptica de los hippies. La búsqueda de la paz y el vivir en comunidad, eran parte de la propuesta y crítica al orden social, violento e individualista. Aún está fresca la imagen de Herbert Marcuse en el recuerdo de la juventud hippie.

En una entrevista a César, artesano desde comienzos de los años setenta, nos diría: “En ese tiempo las matinales fueron el lugar más importante para la juventud; el cine Excelsior se llenaba de gente […], nos juntábamos ahí porque queríamos escuchar música, sentirnos libres, protestar contra la desigualdad y la opresión, imaginar un nuevo mundo en paz, amor y libertad […], esto llevaría a más cosas a algunos, por ejemplo, a sentir la necesidad de leer e informarse más sobre todo lo que pasaba y por qué pasaba. Ahí, por ejemplo, se hablaba de las ideas de Marcuse, de Marx y los anarquistas, de Gandhi; pero también de los Beatles, de Bob Dylan y Jimi Hendrix […]”. En parte este movimiento juvenil era principalmente sociocultural y se expresaba a partir de lo que algunos –como Melucci– han llamado el escenario de la vida cotidiana, poniéndose como objetivo su democratización y la construcción de códigos culturales nuevos (2).

La «Nueva Ola» sirvió de denominación general a este período musical en nuestro país, marcado por el surgimiento de varios grupos rockeros, pero esta denominación ha sido resultado principalmente del sentido común, escondiéndose detrás de ésta un conjunto de complejos fenómenos que no han sido analizados debidamente. Una vez más Cesar volvería a manifestarnos: “En ese tiempo surgieron los clanes, ya que cuando ibas a la «matinal», no ibas solo, sino como parte de tu clan, cada uno tenía su nombre aunque habían dos tipos principalmente: los clanes de los «achorados» y los clanes de los «locos», de éstos saldrían los hippies […]. Los achorados eran los matones, los que venían de Barrios Altos, Breña, del Callao; andaban con sus cuchillos y querían divertirse solamente. En cambio, los locos eran gente de mi barrio en la avenida Perú, de otros distritos pero que empezaban a darse cuenta que no todo era diversión sino que había un proyecto, una forma de vida”. El hippismo representaba una forma de vida, y aún es posible observar en diversas calles de varias ciudades a los artesanos alambreros o de cuero, mostrando su trabajo diariamente. César mismo es una persona de 40 años que empezó en todo esto de muy joven. ¿Por qué continúo? ¿por qué no abandonó esta forma de vida? Son muchas las respuestas posibles pero lo que resalta es que para él formar parte de ese movimiento fue asumir una forma de vida, una actitud frente a su futuro.

El conjunto del mundo juvenil de esa época sería influido por una serie de factores. Hemos visto cómo el comportamiento de varios de éstos se iba articulando en torno a la música y a las llamadas «matinales», que se convertían en los espacios de encuentro y búsqueda de identidad, o de “construcción del nosotros”, como ha sugerido Pablo Vila en el caso del rock argentino (3). A su vez, de acuerdo a las palabras de nuestro entrevistado, se podía percibir que este proceso no tenía un carácter uniforme sino que, más bien, la diferenciación en su interior se manifestaba. El cuadro se completaría con otro de los factores ya mencionados, es decir el surgimiento de las bandas y grupos de rock. Marcos, otro artesano de la época, relataría: “En ese tiempo surgieron varios que tocaban y que querían expresar sus sentimientos, los Saicos, los Drags, los Shains, los Yorks, que eran los más salvajes y marginales, claro junto a los Saicos; todos ellos tratarían de mostrar su música y la gente los apoyaba, porque los sentían como suyos”. Sentirlos como suyos, como parte de un mismo cuerpo, era un proceso complejo que maduró lentamente, ya que requirió que se formara una identidad colectiva, aunque no definitiva sí con un nivel relativo de referencia común hacia ciertas cosas que se compartían. Para Marcos todo esto dio su salto cualitativo a partir de la recuperación de lo que él llama lo andino, por uno de los grupos musicales más importantes dentro de la juventud hippie, que fue el símbolo de todo ello: El Polen. “Cuando los hermanos Pereyra arman El Polen, se recupera algo que era importante: nuestra cultura; se comienza a buscar nuestras propias raíces, nuestra identidad […]. Además, El Polen fue el signo de los nuevos tiempos porque ellos eran hijos de músicos profesionales, de gente de plata; pero, sin embargo, se pusieron a tocar música de los Andes, de campesinos, y no para turistas sino, más bien, para las criadas y los pobres. Los Polen tocaron en coliseos y demostraron que no había por qué tener vergüenza de decirse cholo o que uno venía de la sierra, eso todos lo asimilamos”.

Pero no sólo el discurso indigenista estuvo presente, ya que convertirse en hippie era asumir una forma de comprender el mundo, darle un sentido a la vida. César nos contaría por qué formaría parte de este movimiento: “Yo empecé en las matinales, pero cuando ingresé a la universidad a comienzos de los setenta, leí algunos textos y me di cuenta de que mi camino estaba por el lado de la libertad. Yo no me iba a someter a las normas y a perder mi identidad; entonces abandoné todo y me fui de mi casa pasando a integrar una comunidad […]. En una comunidad se vivía como los primeros cristianos, es que se tomó mucho de la onda mística y del cristianismo, había que estar bien con la naturaleza”. Hasta aquí sus palabras muestran lo que podría denominarse como inadaptación a la vida social, llevando a asumir la necesidad de buscar un espacio diferente dónde y con quién socializarse. Pero César seguiría: “No sólo se tomó ideas de los místicos, sino también del anarquismo. Es difícil encontrar un solo hippie que no sea anarco y es que tienes que empezar a conocerte a ti mismo y cambiar tú, si quieres cambiar al mundo […]. Pero también está la cuestión social; había que protestar contra la alienación de la sociedad de consumo que no te dejaba ser tu mismo; los jóvenes asumían ese papel porque los obreros no eran nada, todos estaban bien vestidos y con sus relojes bien puestos. Yo te puedo decir que en los setenta ser obrero era estar bien pagado porque yo mismo trabajé así y con lo que ganaba ayudaba a mis amigos. A las cinco de la tarde, la Colmena se llenaba de ellos, como abejas caminaban y nos miraban por nuestro cabello largo y ellos mismos nos marginaban, es que ya se habían integrado…”. Y es que tal vez en el caso de este movimiento juvenil la integración a la sociedad era lo que menos se buscaba, ya que el grueso de sus exigencias cuestionaban la mayoría del ordenamiento social, las bases mismas de su constitución. Es decir, estamos ante un conjunto de actitudes juveniles que no se ubican dentro de los marcos de la sociedad sino que salen o intentan salir de ésta.

Justamente uno de los aspectos más complejos dentro del conjunto de los comportamientos juveniles exhibidos por el hippismo, algo así como la situación límite, sería el significado del consumo de drogas en la vida de muchos de ellos. Como Miguel manifestaría: “Con unas cuantas flores preparabas un balde de buen floripondio, que alcanzaba para varios tragos. Después venía lo mejor, te sentías en otra dimensión, con otras gentes, bien contigo mismo”. Se trataba de encontrar una identidad que no estaba aún definida y que llevaría a comprender el real sentido de la existencia, principalmente individual. En ese proceso se recurría a las drogas o las prácticas místicas, tomadas de religiones o corrientes esotéricas. Marcos agregaría: “Se caminaba en largas jornadas hasta Marcahuasi para sentir varias cosas. Yo al menos lo hacía para entrar en comunión con el universo, con la naturaleza […]. Otros simplemente se prendían, con hierba o flores, e inclusive utilizaban el San Pedro para experimentar una sensación nueva”. Esta compleja realidad muestra diferentes códigos culturales y “sentidos de la vida”, que guardan esencialmente una actitud de negación o de negatividad frente a la estructura social dominante, frente a sus mecanismos de control y reproducción. Se puede decir tal vez que por lo expuesto no existen nuevas relaciones sociales, sino más bien un proceso de desestructuración, de anomia. Miguel nos diría: “Algunas veces estoy harto de mi vida y me entra la depresión, no me siento bien estando en la calle vendiendo todo lo que con tanto trabajo creo; reconozco que hay bastante inseguridad y me siento mal. Pero, ¿qué hacer? Sólo seguir adelante”. Su vida no encontraría entonces mucho sentido, no habría nada nuevo. Una vez más, cuando la inseguridad apremia, sería difícil sentirse realizado. Sus palabras guardarían algo de pesimismo y de incertidumbre, más aún si volvemos a escucharle: “Cuando me siento mal pinto […], y como tenía varios cuadros intenté una vez presentar mis pinturas en la Municipalidad de Miraflores, pero no me dejaron porque dijeron que no tenía currículum vitae; imagínate, pedirle a un marginal currículum vitae. Pinto bien y no me vendo al sistema, ya encontraré otro lugar donde exhibirlas, sé que en este país no hay esperanza”. Pero no sólo Miguel pensaría así, también Marcos y César, todos coincidirían en señalar que en el Perú no habría esperanza y lo único que queda es el extranjero. Marcos agregaría, al preguntarle sobre su futuro, que: “Yo no pienso en ello, ya que aunque no es estable mi presente, tengo determinado irme a vivir afuera, y lo voy a hacer de todas maneras”.

Sus voces y sentimientos mostrarían su inconformidad con el país, inconformidad que no sólo se habría desarrollado desde los años setenta o antes, sino que también un poco después. Tilman Evers ha sugerido que los nuevos movimientos sociales representan principalmente expresiones socioculturales antes que políticas, y que su potencial está basado en la creación y experimentación de nuevas relaciones sociales (4). El problema a determinar es si los comportamientos vistos anteriormente representan formas de relación en donde se distinguen actitudes alternativas a las que son dominantes. Lo central, sin embargo, parece ser que el origen de estas prácticas está directamente relacionado con el problema de la descomposición de los patrones ideológico-culturales dominantes hasta antes del período de crisis de la modernización capitalista –en términos de Aníbal Quijano– (5), produciendo una serie de procesos nuevos de definición y de redefinición de las identidades colectivas.

Pero estos comportamientos juveniles no sólo se expresarían durante los setenta, sino que años después, a mediados de la década del ochenta y noventa, surgirían prácticas juveniles de igual o mayor grado de marginalidad, en el sentido de que se ubicarían fuera de los marcos ideológico-culturales dominantes. Existiría la necesidad de formar un “circuito alternativo”, una corriente underground, subterránea, como los mismos jóvenes participantes de esto afirmarían. A partir de mediados de los ochenta, la crisis producto de la aplicación de las políticas económicas neoliberales del segundo belaundismo provocaría que la pobreza alcance a ciertos sectores dentro de los estratos medios, provocando una radicalidad que se manifestaría una vez más mediante el arte. Es así que los jóvenes de estos sectores, que habitaban barrios tan diferentes, pero con iguales condiciones de vida, como la Unidad Vecinal de Palomino o las zonas pobres del Rímac, conformarían grupos de rock que encontrarían en el punk una de sus principales referencias y en el hardcore su identidad. Se trataba de romper y generar una postura crítica frente al gusto musical dominante que era principalmente orientado en términos comerciales, es decir, aparecerían los primeros grupos de Rock Subterráneo. Como diría Nico, un joven músico:”Se trataba, en primer lugar, de dar una alternativa real a la música comercial que era transmitida por radios y los demás medios de comunicación, la cual había perdido la esencia misma, contestataria y rebelde del rock. Pero también otro aspecto que se recuperaba era la cuestión de interpretar ésta música en tu propio idioma, posibilidad que poco se había tratado de difundir”.

Pero en su interior, las canciones compuestas por los diferentes grupos evidenciaban planteamientos expresados con beligerancia y que guardaban una crítica social radical. Uno de los primeros grupos, Leusemia, quizá el más importante, diría en sus letras: “Gentes desoladas que no habitan en un mundo de idiotas y de grandes fantasías […]. Gentes dispersadas en suburbios y cloacas, prohibiciones, frustraciones y miseria social […]. Gente subterránea, vida diferente / no creen en nadie, sólo son rebeldes / Mira a tus costados, tombos en las calles / gente putrefacta, ciudad decadente” (6). Sus melodías, al igual que sus composiciones escritas, estaban cargadas de una importante fuerza de protesta contra un orden social “decadente”, como ellos sostenían; pero, como vemos igualmente, se afirmaba una identidad propia, el “ser subterráneo”, lo cual llevaba a asumir –como en el caso del hippismo– una visión de realidad, valores y códigos propios, compartir inclusive un diagnóstico de lo que pasaba. Otro grupo, Sociedad de Mierda, confirmaría esto con su canción «¿Qué Patria es ésta?»: “¿Qué mal tiene el Perú? –empezaba preguntando–. Si contestar no puedes tu, te lo diré pero recuerda: ¡tiene un sociedad de mierda! ¿Qué Patria es ésta? Donde un ser humano es igual a un perro, si no es explotado es desocupado / si no es desposeído es marginado. […] Donde la economía es dependencia, donde la salud se comercia, donde la juventud sin futuro está / donde la justicia nunca llega, donde fiscal y policía roban por igual, militar y terrorista exterminan por igual […]” (7).

El horizonte cultural que en parte guiaba la mayoría de las reflexiones y creaciones de los jóvenes subterráneos estaba ligado a propuestas anarquistas. La vestimenta generalizada entre la gente de la «movida», como comenzaban a autodenominarse, eran ropas de color negro; y las principales lecturas estaban orientadas hacia el conocimiento de los textos de Proudhon y Bakunin, junto a González-Prada. La declarada filiación anarquista puede verse en sus fanzines, elaborados y difundidos artesanalmente, en sus afiches de publicidad de conciertos y en las declaraciones que daban, donde las ideas de autonomía y autogestión resaltarían desde el primer momento. Uno de los primeros manifiestos será justamente dirigido en este sentido: “La representación –dicen ellos– no es más que otra forma de renunciar a aquello que es lo último que debe perderse: la Autonomía. Y precisamente es aquello que uno no puede delegar en otro, si no quiere perder su identidad, que es lo más auténtico y espontáneo que posee” (8). Principalmente se pondrá bastante peso en la idea de autogestión como medio para afrontar las necesidades y donde confluirán la mayoría de grupos. Pablo, otro subterráneo, manifestaría: “Se realizaba un concierto en la medida que todos colaboraran y trabajaran conjuntamente, con nuestros propios recursos, con nuestra propia capacidad de organización, de realizarlo”.

Aunque sería exagerado proponer que era un movimiento juvenil anarquista, muchos de los participantes se comenzaron a identificar con el discurso político que se tejía en torno a la autogestión, la autonomía y la negación de los mecanismos de representación política. Pero principalmente aparecía la necesidad de tocar y hacer música. “La propuesta de la «movida» era que cualquiera podía tocar, no había que ser un virtuoso, simplemente agarrabas tu guitarra y le dabas adelante […]. Yo no sabía nada de música, sólo tocaba y ya. Una vez me dijeron que por qué sólo agarraba una cuerda en la guitarra y contesté que no sabía, entonces me enseñaban y aprendía a agarrar dos cuerdas” –como una vez más Nico nos diría–. Es así que en la explicación introductoria del fonograma del grupo Eutanasia se hablaría: “De que se juntan en su propuesta musical tres cosas: conciencia, instintos y actos. […] Somos una barricada, trinchera del punk rock, una lucha frontal al sistema podrido y agónico, esto es parte de la confrontación milenaria de nuestros ancestros: América Inka y universal, buscamos el cambio, la revolución total […]” (9).Una vez más aparecería como lo central el movimiento sociocultural antes que lo político en términos partidarios, la búsqueda de una identidad que se afirmaba en el enfrentamiento con un oponente definido: el orden social.

Para Kike y buena parte de la movida subterránea se trataba de: “Rechazar, boicotear, oponerse organizadamente a la industria de la enajenación sistematizada”, lo cual en cierta forma planteaba un comportamiento violento y cargado de un “sentimiento de agitación”. A diferencia del hippismo, en donde uno de los valores centrales era la paz o el pacifismo militante –en términos de Noam Chomski–, ahora, en cierta forma, la lucha y la radicalidad aparecían como nuevas expresiones. Sin embargo, hay que aclarar que el grueso de la propuesta levantada por la mayoría de grupos subterráneos era de deslinde con la vía armada. Radicales tendría una canción en donde se diría: “¡Fuera! imperialismo, corrupción / ¡Fuera! Autoridad, represión / ¡Fuera! milicos de Mierda / ¡Fuera! terrucos de Ayacucho […]”. Su deslinde con la violencia armada sería clara; sin embargo, su protesta seguiría siendo orientada contra el orden social, expresándose con fuerza y vehemencia, una vehemencia que inclusive estaría presente en diferentes momentos de la vida misma, una percepción crítica, negativa.

Cuando le preguntamos a Nico sobre cómo veía el futuro, nos dijo que lo consideraba como algo que venía simplemente, como algo normal. “Ahora yo pienso estudiar en la universidad, me estoy preparando. Algunos me dicen, especialmente en mi casa, que he perdido tiempo estando en la movida, han sido siete años que he desperdiciado. Pero eso es falso, ya que la movida es algo que me enseñó muchas cosas; estos siete años, aunque pesan, fueron muy importantes para mi vida. Ahora ha pasado el tiempo y no soy tan chiquillo como antes, y sé que para obtener ciertas cosas mínimas como un lugar donde quedarme o comer, vestirme, es imposible afrontarlo con un empleo tan inestable como el que tengo, vendiendo libros en la calle. […] Tal vez mis ideas han cambiado un poco desde que Eutanasia, el grupo donde tocaba, se desarmó, y estoy seguro de que éstas cosas no me preocuparían tanto si siguiera tocando, ya que cuando formabas parte de la movida eso se convertía en tu vida”. Asumir una identidad, un conjunto de valores propios, un “sentido de vida”, es poseer certidumbre y seguridad en los actos cotidianos. Cuando todo esto deja de tener la centralidad que antes tenía, se comienza a confrontar nuevas situaciones que merecen una nueva visión mas detenida sobre las cosas e inclusive se incorporan preocupaciones que antes no eran centrales. Para Pablo, igualmente, el futuro se convertiría en algo que está ahí y se presenta amenazante: “Para mí lo que viene esta cagado, es incierto, no hay ningún tipo de seguridad para ningún joven en este país de crisis”.

La crisis social una vez más aparecería como el fantasma que persigue y devora las expectativas juveniles, colocándolas en una situación de inestabilidad e incertidumbre; pero que no limitaría su vida sino más bien la llevaría a asumir la tarea de crear diferentes códigos culturales, dándoles cuerpo a través de un discurso expresado mediante el arte y una actitud frente a la vida, cargada de un carácter negativo y crítico. Acaso como ellos mismos lo manifiestan en una cita de Charles Bukowski, utilizada como ideario: “Siempre he admirado al villano, al fuera de la ley, al hijo de perra. No aguanto al chico bien afeitado, con su corbata y su buen trabajo. Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos, y mentes rotas y destinos rotos”.

NOTAS

[1] Carlo GINZBURG, “Morelli, Freud y Sherlock Holmes: indicios y método científico”. En: Hueso Húmero (Lima), Nº 18, p. 5, 1983.
[2] Alberto MELUCCI, “Los movimientos sociales y la democratización de la vida cotidiana”. En: Imágenes desconocidas. La modernidad en la encrucijada postmoderna, p. 56, Buenos Aires, CLACSO, 1990.
[3] Pablo VILA, “Rock nacional. Crónicas de la resistencia juvenil”. En: Elizabeth Jelin (comp.), Los nuevos movimientos sociales, t. 1, p. 84, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1985.
[4] Tilman EVERS, “La faz oculta de los movimientos sociales”. En: Punto de Vista (Buenos Aires), Nº 28, p. 38.
[5] Aníbal QUIJANO, “Poder y crisis en América Latina”. En: Páginas (Lima), Nº 102, p. 47, 1991.
[6] Varios, “Vol. II” (fonograma). La Nave de los Prófugos Producciones, Lima, 1985.
[7] Idem.
[8] Ponciano ÑIQUE, “Análisis de sangre”. En: Circuito Alternativo (Lima) Nº 1, 1984.
[9] Eutanasia, “¡Sentimiento de agitación!” (fonograma). Lima, 1990.

Fuente:
El lado oscuro de la luna: las percepciones de los jóvenes en los 70 y 90. Lima: DESCO, Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo, 1992; págs. 57-65.

miércoles, 1 de octubre de 2008

COCÓ REVILLA, IN MEMORIAM

Cuatro meses nos separan de la reedición que hicimos de "10 canciones con las que me hice subterránea", artículo-testimonio publicado por Jorge Luis «Cocó» Revilla el año 2005. Un instante, apenas, y ya los medios nos traen la noticia de su cruel asesinato durante la madrugada del domingo 28 en Madrid. A nuestro manera, queremos recordarlo iniciando con «la Cocó» una nueva sección del blog dedicada, justamente, a homenajear para que la memoria no se pierda a los subtes que no están más con nosotros pues, como bien dijo Martín Roldán en su blog, "[...] ella o él, como prefieran, es un subte más que se va. Y así como Kilowatt, el Omiso, Edwin Zcuela y otros… la Cocó ya es leyenda".

El reportaje que viene a continuación fue realizado por Patricia Ortega Dolz y publicado en un uno de los
diarios más importantes e influyentes de España.

LA NOCHE INFINITA DE COCÓ CIELO
AMIGOS REPASAN LA VIDA DEL PINCHADISCOS ASESINADO EL DOMINGO EN SU CASA
Decir Cocó Ciëlo en Madrid puede no significar nada para muchos, pero significa mucho para otros. Ese nombre suena a pop electrónico, a experimento, a performance, a extravagancia, a cultura de club, a un ser tan ambiguo como reactivo e inquieto, tan amado como odiado, a noches convertidas en largos días de fiesta, a creaciones artísticas multidisciplinares, a drogas y a sexo, a un grupo llamado Ciëlo y a otro llamado Silvana. Suena a locales como el Maravillas de principios de los noventa, al Galax (ahora Nasti), al Coppelia 101 (ahora Lou) y, más recientemente, al Soma (en la calle de Leganitos) y al StarDust de la sala Cool. Suena a sitios como el Oui (Cervantes, 7) y a una casa (la suya) convertida en after para no parar, un lugar para aquellos que confiaban en que la noche trae consigo siempre una oportunidad... Todos lugares de la cultura underground madrileña, de música independiente, de experimentación y creación conjunta. En todos ellos, y en el trasiego de uno a otro, se forjaron y se diluyeron la persona y el personaje, allí y así el pinchadiscos peruano Jorge Revilla, de 40 años, se convirtió en el Cocó Ciëlo que todos recuerdan hoy. Así, un hombre convirtió su vida en su obra de arte perfecta, un hombre convencido de que podía crear la realidad en la que él creía.
El domingo, de madrugada, alguien acabó con todo eso y con esas tremendas ganas de comerse el mundo, que recuerdan ahora los que le conocieron de cerca. Fue en uno de sus sitios preferidos: su propia casa. Muchos se enteraron por los titulares de la prensa de ayer. Las llamadas y los mensajes incrédulos corrieron de un móvil a otro de amigos y conocidos, entre la Cocopandi que llamaban algunos al grupo de gente que le acompañaba. Algunos blogs dedicados a la escena cultural madrileña estaban de luto. "Han asesinado a un creador, a alguien joven con talento, a un ser libre y auténtico que convirtió su vida en un statement de coherencia en su carrera musical y trayectoria personal. Cocó, un beso allá donde estés y hasta pronto", se leía en el blog del comisario de arte independiente Javier Duero. Nadie daba crédito a una muerte tan repentina como violenta y sangrienta: "Cosido a puñaladas", titulaban los diarios. Envidias, celos, delirios de un mal éxtasis...
Cocó empezó su andadura en la escena musical peruana. Entonces lo llamaban "Rock Subterráneo" en Lima, su ciudad natal, y era algo así como el equivalente al punk de la época. "Eran unos adolescentes llenos de ganas", cuenta José Salas, uno de sus mejores amigos en Madrid. Eran los tiempos en los que Cocó y Mario, su socio y compañero de vida, se sentaban en la plaza de al lado de la casa de Cocó a soñar: "Pensábamos en ser músicos, en ser famosos, en huir de la dictadura que atenazaba nuestro país y nuestras ganas de triunfar", contaba ayer Mario, ya Mario Ciëlo, todavía en estado de shock y nada más salir de prestar declaración ante la policía.
"Él decidió primero irse a Italia, donde tenía familia, pero no cuajó. Yo me fui a Ginebra, porque yo hacía fotos, y, al final, me convenció para que empezásemos juntos en Valencia", recuerda su socio. Corría 1988, y Cocó había llegado a España tras un fugaz paso por Alemania: "Siempre con ganas de ampliar horizontes", asegura su amigo y compatriota, Aldo Linares. Berlín sería una ciudad donde siempre tendría una gran acogida.
Ya en Valencia, Cocó y Mario compraron sus primeros instrumentos y sus primeras pistas. Y crearon Silvania. En 1991 ya tenían su primer disco de la mano de la discográfica de Luis Calvo (Elephant), uno de sus padrinos. "Se convirtió en primer disco del mes en Cadena 100", recuerda Mario, emocionado. "Era lo más, éramos tan jóvenes y nuestro sueño se hacía realidad...".
El director del Festival de Benicàssim (FIB), José Morán (luego también un gran amigo de Cocó), les dio la oportunidad de participar en la primera carpa chill out que montó en el FIB. Después dieron el salto a Madrid. "Estábamos cansados de Valencia, se nos quedaba chico y, además, no nos gustaba el bakalao".
En 2000 vuelven al pop y crean Ciëlo, el grupo que les dará su apellido. Un nombre que viene de una versión de un grupo muy popular peruano de la conocida canción Sunny. Y así fue como se hicieron un hueco en el panorama musical madrileño: una extensa discografía de más de diez álbumes que abarca desde el shoegazing pop hasta el ruidismo experimental, pasando por el minimal techno, el ambient y, finalmente, el pop. En todo ese tiempo, Cocó nunca dejó de pinchar. La semana próxima le esperaban en Tarragona.
Ahora, de hecho, entre sus proyectos, como uno unipersonal llamado Antártica, prevalecía la idea de hacer una gira latinoamericana, según asegura Mario. "Fue de eso de lo que estuvimos hablando el último día que le vi con vida", cuenta. "Yo, que hace año y medio que no hago música porque ando peleado con las discográficas que no nos pagan, le dije que tenía un nuevo disco en la cabeza, mientras le ayudaba a colocar unas cosas en el estudio de casa, y él, como siempre, potenciando la ilusión de los que estábamos de su lado, rápidamente comentó lo de la gira".
Y, sí, había bandos. Estaban los que estaban de su lado y los que estaban en el otro lado. "Era una persona muy visceral, tan coherente como estricta, por eso se le amaba o se le odiaba", asegura su amigo José Salas. "No soportaba las medias tintas ni la indiferencia, y no dejaba que nadie quedase indiferente. Jamás quiso entrar en los canales de distribución musical. Su personalidad no tenía mucho tirón comercial", explica. "Esa manera de ser ha cultivado amistades tan profundas como enemistades", asegura.
Algunos de los que empezaron con él el viernes pasado se fueron de su casa el sábado a las ocho de la tarde, cuando todavía quedaba allí gente. Su asesinato se produjo unas horas más tarde, en la madrugada del domingo.
Los de "su bando" aseguran que Madrid ha perdido color y belleza. Creen que se ha ido un promotor de la ilusión, un catalizador de muchos músicos. El viernes ya no actuará en el StarDust del Cool y ya no habrá más fiestas, mensuales e itinerantes, con el nombre de su canción Vuélvete underground. La del domingo fue la noche infinita de Cocó Ciëlo.
Fuente:El País (Madrid), set. 30 de 2008 (ed. electrónica). La fotografía fue tomada del mismo reportaje.

martes, 19 de agosto de 2008

FALLECIÓ CONSTANTINO CARVALLO, PROMOTOR DE CONCIERTOS SUBTERRÁNEOS EN EL COLEGIO «LOS REYES ROJOS»

No tuve la suerte de conocerlo ni de ser su alumno. Sin embargo, y más allá de los homenajes póstumos que viene recibiendo como el educador valiente y renovador que fue, y como miembro del Consejo Nacional de Educación, quiero recordar en estas líneas a quien, como director-fundador del Colegio «Los Reyes Rojos» de Barranco, no dudó en brindar desinteresadamente el local de su institución para que un buen número de bandas de Rock Subterráneo organizaran ahí, durante toda la segunda mitad de la década del 80, memorables conciertos que hoy forman parte fundamental de la historia del rock peruano junto a otros tantos realizados en locales legendarios como la «No Helden», la «Jato Hardcore», «Magia» o «El Hueco».

Uno de los aspectos que más limitó la organización de los conciertos subtes fue siempre la falta de locales donde tocar en vivo. Hablamos de una época en la cual, prácticamente, no existían los bares que desde mediados de los 90, y hasta el día de hoy, cumplen dicha función. Sólo si recordamos este punto crucial estaremos en condiciones de valorar el gran aporte de Constantino Carvallo Rey al desarrollo de nuestra
movida subterránea.

Gracias por la lección y la labor cumplida, maestro. Nunca lo olvidaremos.

domingo, 3 de agosto de 2008

"POR LOS SENDEROS DEL ROCK": reportaje de ÁLAMO PÉREZ LUNA sobre SENDERO LUMINOSO y el ROCK SUBTERRÁNEO (1996)


El vídeo en tres partes que presentamos a continuación es un valioso y muy polémico documento para la historia de la movida del Rock Subterráneo en uno de sus aspectos más controvertidos: la existencia, en su interior, de elementos pertenecientes al Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso.

El reportaje se emitió en el recordado programa “La Revista Dominical” de América Televisión (canal 4 de Lima), conducido por Nicolás Lúcar. Fue realizado por Álamo Pérez Luna, periodista y ex vocalista del grupo de rock comercial Feiser en los 80, quien, por alguna razón que desconocemos, decide presentar el tema en el programa periodístico más sintonizado de la década pasada.

Se mencionan en el reportaje los casos de subtes como Alfredo Távara, ex miembro de la banda Seres Van; Qiqe y Denis, voz y bajo de Eutanasia; María T-ta; Alfredo Márquez, reconocido artista plástico; Luis Ayala Balbín, del grupo Masa, en cuya casa se preparó el coche bomba del famoso atentado de la calle Tarata en Miraflores; Mónica Feria, hoy detenida en Alemania y cuya extradición es solicitada por el Estado peruano; y Carlos Incháustegui, en cuyas manos puso su vida el mismísimo Abimael Guzmán Reinoso, alias «Presidente Gonzalo» y líder máximo de Sendero Luminoso, en el histórico contexto de su captura.

No se debe pasar por alto la atención prestada a las corrientes ideológicamente más radicales de la movida subte por los miembros de la cúpula de Sendero quienes, al parecer, la veían como un posible vehículo de propaganda capaz de llevar la ideología del Partido a sectores de la juventud en los cuales no tenían mayor presencia política. Se trataría, entonces, de un reconocimiento del potencial subversivo de la movida subte, lo cual no sería una novedad pues ya un maoísta tan destacado como Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos, había expresado su interés por los movimientos radicalizados por el anarquismo y, a la vez, propuesto tender una mano hacia sus partidarios con el fin de incorporarlos a su causa:

“[Este anarquismo] se basa en asco y repugnancia al abierto revisionismo y traición de los partidos [comunistas] revisionistas, y contiene un elemento significativo de oposición revolucionaria. [… Los revisionistas] no sólo tienen que responder por sus propios crímenes [… sino que] también provocan la rebelión más correcta y justa del comunismo izquierdista, incluyendo el anarquismo […]. Una crítica revolucionaria de ellos [los anarquistas]; es decir, analizarlos desde la posición del marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tse Tung para poder desviar y canalizar esas tendencias hacia la revolución proletaria y para poder unirse con la orientación muy positiva de buena parte de esta tendencia anarquista –yo hasta diría de la mayoría de ella– eso es absolutamente esencial” (Bob AVAKIAN, Sobre el anarquismo, Chicago, RCP Publications, 1982; págs. 2 y 24).

Entre lo más discutible del reportaje se puede mencionar la manera irresponsable en que su autor pretende involucrar a personajes de la movida subte, que nada tenían en común con Sendero, junto a otros de probada filiación maoísta. O el desconocimiento exhibido por el periodista cuando, al citar un par de volantes o manifiestos, incluye uno de ideología anarcocomunista –corriente que se hallaba entonces en pleno auge y que pugnaba por organizar un movimiento clandestino antiautoritario contrario a Sendero– como si se tratara de propaganda terrorista. En todo caso, el debate apenas se inicia y sería conveniente plantear lo siguiente: ¿tuvo o no dicha "infiltración senderista" –o emerretista, que también la hubo, alguna relevancia durante los últimos años del Rock Subterráneo? Y de ser así, ¿involucró ésta sólo a algunos individuos o, por el contrario, llegó a plasmarse en una especie de mini escena de bandas senderistas al interior de la movida, incluyendo fanzines, grupos de estudio y otro tipo de colectivos?

Se incluye una transcripción del reportaje, en donde alternamos el texto del periodista con las declaraciones tomadas por él mismo a integrantes de diversas bandas como Daniel F (Leusemia), Carlos Julián (Zcuela Crrada), Cachuca (Los Mojarras), lo mismo que partes del video editado bajo el nombre de «Grito subterráneo», de donde se toman imágenes de conciertos, ensayos y declaraciones de Alfredo Márquez y María T-ta.






POR LOS SENDEROS DEL ROCK

Mientras que Sendero Luminoso cantaba sus consignas en los penales de Lima, en las afueras el Movimiento de Artistas Populares de Sendero, el MAP, intentaba convocar a sus filas a cualquier que a través del arte o de alguna expresión popular pudiera llegar directamente el pensamiento del pueblo. Fue así que Sendero Luminoso decidió infiltrarse dentro de una corriente musical y marginal llamada Rock Subterráneo, en donde las ideas políticas a veces se imponían sobre los criterios netamente musicales. Esta es la historia de un oscuro plan de infiltración que pone al descubierto la utilización del rock como un arma de combate.

Estas fotos fueron tomadas a comienzos de los 80, cuando se gestaba en algún lugar de Lima el nacimiento de una nueva corriente llamada simplemente Rock Subterráneo, porque estaba en contra del orden establecido y buscaba marcar diferencias con el rock convencional peruano. Leusemia, Guerrilla Urbana, Narcosis, Sociedad de Mierda, Autopsia, Flema, Eutanasia y María T-ta fueron algunos de los responsables del estallido del llamado punk rock limeño. La disconformidad, el rechazo al sistema y la desesperanza total ante el futuro eran los temas principales de sus canciones, en las que importaba más lo que se decía que cómo se cantaba.

Pero no sólo era lo que ellos llamaban música: también estaba el arte gráfico, con «fanzines» o publicaciones mimeografiadas que incluían mensajes políticos directos e ilustraciones de todo calibre. También la escenografía en los conciertos le daba el toque distintivo a su puesta en escena. Todo eso era el Rock Subterráneo a comienzos de los 80.

[DANIEL F:] “Ha sido una cuestión meramente contra la industria de la música, o sea, contra la industria de la cultura, o sea, contra la industria oficial. Entonces, esa siempre ha sido nuestra base para los trabajos: o sea, crear un circuito paralelo al circuito comercial”.

[CARLOS JULIÁN (ex-ZCUELA CRRADA):] “Se quería hacer un cambio, sí, pero un cambio social no radical, o sea, no violento sino radical pero dentro del marco del rock, lo alternativo”.

Lo cierto es que el boom fue en 1985, cuando surgieron muchos grupos y estilos dentro del Rock Subterráneo, cuando 1500 personas acudían a sus conciertos y el «pogo», ese baile punk que consiste en empujarse y golpearse unos contra otros, se popularizó en extremo. Fue entonces que el Rock Subterráneo dejó de serlo de alguna manera y así despertó la curiosidad no sólo de los rockeros limeños.

Sendero Luminoso empezó a infiltrarse en los conciertos a través de algunos miembros del Movimiento de Artistas Populares, un órgano de Socorro Popular y encargado de difundir el mensaje del Partido a través del arte. Ellos se camuflaban entre el público y deslizaban por el suelo panfletos como estos, en los que al principio no aparecía el nombre del Partido Comunista para evitar rechazos inmediatos. Este tenía el título de «La revolución en camino» y, a través de él, invitaban a los rockeros subterráneos a “[...] que sus canciones sean de propuestas sociales y que incentiven al público hacia una revolución social [...], una contracultura no está hecha en base a gritos sino en una propuesta sólida [...], que los grupos que realmente están por una revolución se integren a la masa de obreros y se familiaricen con sus ideas”. Y terminaban diciendo:” si no quieres actuar lárgate y no te cruces en nuestro camino, de lo contrario serás aplastado”.

Este otro panfleto, distribuido por Sendero entre los subtes limeños, decía:”proponemos la formación de un movimiento por ahora contracultural con proyecciones sociopolíticas que apunten a las transformaciones revolucionarias de la sociedad peruana. […] ¡Destruyamos para construir! ¡No hay contracultura si no hay compromiso social!”. Los rockeros subterráneos, que creían básicamente en la anarquía total, eran así concientizados por Sendero en los 80.

Uno de ellos fue Alfredo Távara, a quien vemos aquí tocando la flauta junto al grupo subterráneo Seres Van. En realidad, Alfredo Távara Reátegui estudiaba sociología en San Marcos y un día, en medio de los estudios, conoció a unos amigos y se unió al grupo Seres Van, con el que participó en varios conciertos subterráneos como este. Él tocaba los instrumentos de viento y era uno de los más empeñosos a la hora de organizar festivales. Sin embargo, según la gente que lo conoció, poco a poco le fue cambiando el carácter, se volvió agresivo y discutía con todos sobre política y actualidad. Un día cualquiera abandonó la música y a sus amigos y se integro a la lucha armada. La noche del 26 de julio del 89, junto a otros 6 integrantes de Sendero Luminoso, participó en un enfrentamiento con la policía en la cuadra 34 de la avenida Industrial, en Sol de Oro. Dos balazos de la Sub Unidad de Acciones Tácticas de la policía (SUAT) acabaron con sus sueños y dejaron en el recuerdo su paso por el Rock Subterráneo y por Sendero Luminoso. Casi siete años después de su muerte, todavía sus amigos se preguntan porqué abandonó el arte y la música subterránea para seguir al «Presidente Gonzalo» y porqué cambió la flauta por un fúsil.

Pero él no fue el único, también hubo otros subtes que tuvieron problemas con la policía y que fueron acusados de pertenecer a Sendero. Qiqe y Denis, a quien vemos en primer plano, lideraban el grupo Eutanasia, con el que grabaron varias maquetas o casetes con grabaciones caseras. Quique siempre hablaba de la problemática social y se mostraba a favor de hacer una revolución:

[QIQE:] ”Al primer cojudo que cometa una huevada, pues... volarle la cabeza, o sea, puta, sin nada de huevadas, de falsedades, sin nada de hipocresía, pues, una huevada verdadera y consciente. Ahí se puede hacer algo, carajo, hasta se podría hacer una revolución... en esta mierda... una revolución se podría hacer en esta huevada... en todo sentido de la palabra”.

En 1986 los Eutanasia, Qiqe, o sea Enrique Castro Camargo y Denis Peña Soto fueron detenidos por la DINCOTE bajo el cargo de terrorismo, algunos días después fueron liberados ya que nunca se llegó a probar su militancia senderista. Lo mismo ocurrió con una mujer conocida por todos como María T-ta, quien alguna vez habló con ironía sobre su paso por la DINCOTE.

[MARÍA T-TA:] “Yo he tenido la oportunidad, la feliz oportunidad de estar presa en la DIRCOTE y en la misma tombería, en la comisaría de Breña, por ahí, uno de esos sitios. Y me acuerdo, pues, que atentaron contra mis derechos como persona, claro que sin dejarme marca. Tuve una pequeña tortura de 5 horas: me vendaban, me asfixiaban, me metieron la cabeza al water, me empujaban, me mareaban, todo, y me decían palabras gruesas así como “puta” y un montón de vainas, pero por dentro yo me reía porque esa agresión esta en todas partes, en los mismos conciertos, tus mismos patas te dicen todo eso. Pero al final, los de la DIRCOTE saben lo que es el Rock Subterráneo, ya varios patas han estado ahí presos”.

Como dice María T-ta, quien ahora vive en Alemania alejada del Rock Subterráneo y de la infiltración senderista en su movimiento, otros subtes como ella conocieron la DINCOTE por dentro. Lo cierto es que los tentáculos de Sendero rodearon el rock marginal y lograron captar a varios otros miembros de la movida subterránea. Incluso en la casa de uno de ellos se fabricó nada menos que el siniestro coche bomba de la calle Tarata.

Dentro de los subterráneos también había artistas plásticos e intelectuales que no solo bailaban pogo al son de las canciones de Leusemia o Zcuela Crrada. Una de ellas era una mujer llamada Mónica Feria [Tinta], que estudiaba en San Marcos y quien era otra subte limeña. Este texto fue escrito por ella en la revista Márgenes en 1988:

“El movimiento subterráneo irrumpe en la escena como un fenómeno urbano […], en sus orígenes hay una intención de subvertir el orden. Recordemos el concierto de octubre del 85 cuando, después de más de dos años de trabajo semi clandestino para crear los contactos necesarios y encender la mecha, el Rock Subterráneo tomó Lima la horrible por asalto”.

En esta nota Mónica Feria no solo reproduce muchas letras de grupos como Excomulgados, Guerrilla Urbana, Autopsia y Narcosis. También reconoce el valor del Rock Subterráneo de esta manera:

”Estas expresiones contraculturales alimentan un estado de ánimo de insatisfacción y búsqueda que generan fuerzas que deben ser canalizadas hacia formas de lucha más eficaces. Una fuerza rotunda que reivindica la violencia y que persiste en creer en la revolución”.

Mónica Feria participó en comités populares senderistas en el campo y guió a la televisión británica para que realizara el famoso especial sobre Sendero que fue propalado en el Channel Four de Inglaterra. Ella fue detenida en abril del 92 junto a senderistas de la talla de Jorge Luis Durán Araujo, pero, 2 años después, recuperó su libertad. Actualmente en algún lugar del Perú o del extranjero, debe estar recordando como es que fue captada por Sendero cuando era solo una integrante más de la movida subterránea.

[DANIEL F:] ”Es una cosa que pasó y que sigue pasando. Eso ha pasado en la misma política, dentro de la policía también hay elementos que han chambeado para Sendero. Entonces, ¿cuál es la novedad ahí?, o sea, dentro de todo orden de cosas siempre va a pasar eso. El Rock Subterráneo nace más o menos en el 81, 80, y es justamente ahí cuando nace Sendero también. Entonces, hay un paralelismo, hay una cosa, no sé, que comienza a confundir a un montón de gente. El discurso de Sendero es muy distinto al discurso de los subtes”.

Pero otro subte que acudía a conciertos como estos, y que confundió esos discursos, fue un estudiante de arquitectura de la Universidad Ricardo Palma que organizaba conciertos de Rock Subterráneo y que colaboraba con ellos creando sus famosas escenografías. A él lo conocían simplemente como el «Chato», y no era otro que Carlos Incháustegui Dégola, el recordado hombre de barbita que convivía con la bailarina Maritza Garrido-Lecca y que fue capturado cuando ocultaba a Abimael Guzmán. Incháustegui es otro subterráneo más que dejó el rock por Sendero Luminoso y que hoy está en el penal de Yanamayo condenado a cadena perpetua. Pero aún hay más, un compañero suyo también está hoy detenido por terrorismo: él se llama Alfredo Márquez, vivía en Lince, y era uno de los líderes intelectuales de la movida subterránea.

[ALFREDO MÁRQUEZ:] “[…] un movimiento mesiánico tan fuerte como el de Sendero Luminoso, por un lado, y, por otro lado, una represión encarnizada donde todos los jóvenes están en medio, son carne de cañón. Este... existen gentes que reaccionan a eso”.

Alfredo Márquez fue detenido el 24 de octubre del 94, acusado de ser parte del aparato de propaganda de Sendero Luminoso. Hasta ahora sus amigos no entienden porqué, de un día para otro, Alfredo desapareció, no volvió a preocuparse por organizar conciertos de Rock Subterráneo, no volvió a frecuentar esos lugares y prefirió entregar su vida y sus sueños a Sendero. Desde hace año y medio está preso en Canto Grande.

El Movimiento de Artistas Populares de Sendero Luminoso trabajó arduamente para camuflarse entre los rockeros subterráneos. Analizaron las letras de sus canciones, las posturas políticas que transmitían a través de sus fanzines y esa ultradifundida anarquía, mientras que en los conciertos subtes repartían volantes, provocaban apagones y hasta soltaban petardos, como en el recordado «Agustirock», ese festival rockero de El Agustino. Hasta allí llegó también Sendero Luminoso para captar a los músicos subterráneos.

[CACHUCA:] ”El descontento de esas épocas, que vivió la juventud, no solamente la tenía Sendero, la tenía mucha gente que hoy se lava las manos fácilmente. Los jóvenes cantantes o grupos cantaban ese descontento: ese descontento de opresión, ese descontento de libertades, ese descontento que realmente le molestaba no solamente a Sendero sino a la juventud en masa. Y lo que ha sucedido es simplemente pues que tenían gente, pues, que pensaba, sino igual, al menos paralelamente”.

Uno de los mejores amigos de Hernán «Cachuca» Condori, el cantante de Los Mojarras, era precisamente Luis Ayala Balbín, «Lucho», un rockero subte que participó varias veces en el «Agustirock» y otros conciertos marginales. Él vivía en ésta casa del jirón Las Tunas, en la cooperativa Tayacaja en El Agustino, y fue detenido en marzo del 94 por la DINCOTE. Según la investigación realizada por la policía, Lucho había participado en varias movilizaciones senderistas, había colaborado directamente con el partido e incluso en su casa de El Agustino se preparó el coche bomba que fue colocado en la calle Tarata en Miraflores, en julio del 92, y que causó la muerte a 25 personas.

[CACHUCA:] ”Lo han sentenciado a 20 años... ¿Qué te digo? Es uno de los amigos con los que muchos, pero muchos años, trabajamos.

[ÁLAMO:] ¿Qué es lo que dijeron? ¿que él era uno de los que atentó contra Tarata? ¿Qué uno de los que llevó el coche bomba?

[CACHUCA:] “Que en su casa lo armaron. Y era una cochera, una cochera donde hacíamos música. Acá hay como cuarenta mil cocheras en El Agustino. Tuvimos la valentía de cantar las canciones así nos llevaran y nos metieran presos. Quizás esa valentía, que no tuvieron otros subterráneos, fue la verdadera”.

Luis Ayala Balbín, el rockero Lucho, era el cantante del grupo subterráneo Masa. Su proyecto revolucionario lo llevo aprestar su casa para que Sendero Luminoso preparara el coche bomba de Tarata y, actualmente, está preso en Canto Grande condenado a veinte años de prisión.

Lo cierto es que los rockeros subterráneos conocen otras historias, historias de amigos suyos que también fueron seducidos por la ideología senderista. A uno le dispararon mientras pintaba la hoz y el martillo en una pared y a otro lo detuvieron portando botellas con gasolina, escondidas en una mochila. Sin embargo, a pesar de estas historias sería absurdo pensar que el Rock Subterráneo estuvo plagado de senderistas o subversivos. Una docena de casos no debería sembrar un manto de sospechas sobre un movimiento simplemente marginal y contestatario que nació como una respuesta al orden establecido pero que siempre estuvo, ideológicamente, a la otra orilla del sendero.

Comentario de NICOLÁS LÚCAR, una vez finalizado el reportaje:

“Yo creo que no hay nada que agregar a lo que ha dicho Álamo Pérez Luna, y lo dijo también Daniel F, este líder de los subterráneos o una de las personas más representativas de este movimiento: nadie se salvó de la infiltración senderista en los últimos años. El problema es que muchas veces se confundió el radicalismo del discurso, la actitud de los subterráneos, con una forma de compromiso con Sendero y hubo mucha gente que fue, de estos grupos, detenida o acusada por ser terrorista cuando en realidad no lo eran”.

jueves, 31 de julio de 2008

JOSÉ EDUARDO MATUTE Y SU REPORTE SOBRE LA MOVIDA SUBTE EN UNA REVISTA YANQUI (1985)

Tenemos aquí el reporte sobre la escena subte peruana enviada en 1985 por Matute, guitarrista de Guerrilla Urbana la misma que formó parte del histórico grupo de bandas fundadoras del Rock Subterráneo limeño junto a Leusemia, Narcosis, Autopsia y Zcuela Crrada a la famosa revista Maximum Rock'n'Roll de la ciudad de San Francisco (Estados Unidos).

La nota nos traslada a los primeros dos años de la movida, con sentidos comentarios sobre las bandas existentes y el espíritu que animaba a los subtes, el por qué estos no se consideraban a sí mismos «punks», el famoso concierto «Rock en Río Rímac», la próxima aparición de la hoy clásica maqueta «Volumen 1» la segunda en ser editada tras el «Primera dosis» y el generalizado rechazo a la guerra sucia desatada por el Estado peruano contra el terrorista Partido Comunista del Perú «Sendero Luminoso». El texto habla, también, de los tempranos contactos entablados por los miembros de Guerrilla Urbana convertidos en Ataque Frontal desde 1986 con diversos medios de prensa y disqueras independientes del primer mundo, al punto de convertirse, en pocos años, en la banda peruana más editada en el resto del mundo durante la década del 80.

El texto original y su traducción fueron proporcionados por el Chino Jarkor, editor del blog Memorias en Kbps y coeditor del Madruguemos al Tibu.


PERU

Este es el primer reporte que escribo para Maximum Rock'n'Roll, me gustaría contarles qué es lo que está pasando aquí en Lima. A partir del año pasado un nuevo movimiento se ha iniciado en nuestra ciudad. Este movimiento está conformado de bandas punk (como LEUSEMIA, NARCOSIS, ZCUELA CRRADA, GUERRILLA URBANA, KOLA ROCK, AUTOPSIA y VALIUM), gente que hace fanzines (Alternativa, por Fernando Vial), pintores y amigos.

No somos muchos, quizás cincuenta más o menos pero trabajamos juntos muy de cerca. No somos punks, este no es un movimiento punk. Tenemos una actitud punk y anarquista hacia el sistema pero no somos punks porque nuestra realidad es diferente a la realidad de un punk en otro país. En nuestro grupo hay gente de todas las clases sociales, de diversas realidades pero un sentimiento de rebelión contra cualquier poder sobre nosotros nos une. También nos rebelamos contra las bandas que imitan, contra las que cantan en inglés aquí y en general contra todo lo que no es auténtico y es mediocre. Estamos unidos por un verdadero sentimiento de honestidad, de autenticidad.

Pongo énfasis en el comentario de que no somos punks ya que la gente que va a los conciertos y los medios nos llaman punks. Por ejemplo, una muy conocida revista dijo recientemente: “Los punks versus la policía”, mencionando un concierto donde la policía interrumpió a una banda en medio de una canción ya que estos sintieron que las letras eran “subversivas e insultantes”. La letra dice en parte: “Sucio policía, actúas por conveniencia, defiendes la decadencia, abusas de tu autoridad porque en la otra mano llevas la pistola”. Ese concierto terminó con disparos y tuvimos que escapar.

Nuestra banda GUERRILLA URBANA tocó en ese concierto, como también lo hizo NARCOSIS (quienes fueron interrumpidos). Ellos han editado un cassette autoproducido, el primero en el Perú. Nuestra banda, junto con LEUSEMIA, AUTOPSIA y ZCUELA CRRADA, va a hacer lo mismo. Nuestro movimiento está creciendo rápidamente y estoy seguro que en menos de un año éste será grande. Mi objetivo, como el objetivo de los demás muchachos, es crear y vivir en una comunidad autónoma y anarquista donde las relaciones personales puedan ser auténticas. Esto no es imposible y puede ser alcanzado trabajando duro, permaneciendo lúcidos y con unidad.

El flyer reproducido aquí se llama “Fosa Común”, que significa un hueco profundo en la tierra donde los soldados arrojan a los terroristas muertos y los terroristas hacen lo mismo con los soldados que ellos matan. Esto ocurre porque nuestro país esta en medio de una guerra civil.

Fuente:
Maximum Rock'n'Roll (San Francisco), Nº 27, ago. de 1985 (web de la revista en la actualidad).

domingo, 27 de julio de 2008

ALFREDO MÁRQUEZ Y LOS ARTISTAS SUBTES (2007)

Uno de los temas que motivaron la creación de este espacio fue la difusión de aspectos de la movida del Rock Subterráneo que se desenvolvían de modo paralelo a su escena musical. Como primera entrega presentamos una reflexión tomada del blog de Lucía a partir de la obra y la trayectoria de Alfredo Márquez Espinoza (n. 1963), uno de las más importantes artistas plásticos de la movida subte.

Alfredo Márquez es un destacado artista visual con referentes vinculados al lenguaje pop: «pop achorado», «pop huayco» y aquellos movimientos generados en esa perspectiva desde los 70 y 80. Sus proyectos giran en torno a la recuperación de la memoria desde una visión crítica en la que conjuga la imagen y la palabra, estableciendo una línea conceptual y social, apropiándose de referentes e íconos culturales del pasado histórico y contemporáneos.

Márquez es un artista autodidacta con formación en arquitectura procedente de la Universidad Ricardo Palma y ha sido miembro de varios colectivos («Los Bichos», «Los Bestias», «Taller NN», entre otros). En sus propuestas, el diseño juega un papel primordial, desplazándolo en manifestaciones como instalaciones, escenografías para conciertos de rock subte (en Acho y en la «Carpa Teatro» del puente Santa Rosa) y obras bidimensionales, caracterizados por emplear indistintamente la pintura, la serigrafía, la fotocopia, el diseño e impresión digital, el video y la fotografía.
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Los datos sobre Alfredo Márquez fueron proporcionados por el historiador del arte Juan Peralta.
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EL SOBRE ABIERTO DE ALFREDO MÁRQUEZ

Alfredo Márquez presentó su portafolio de trabajo plástico en «La Culpable» (Barranco). Su conocida trayectoria, al menos para las personas relacionadas con el circuito de arte local limeño, desanimó a algunos conocidos míos de asistir. Pensaban que no habría sorpresas, lo cual puede tener que ver con un pensamiento a veces generalizado acerca del llamado "arte político".

Pero ayer había que estar ahí.

Había que ver el comienzo de su carrera, juntando cañas, piedras, maderas y armando perecibles instalaciones alrededor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Ricardo Palma en fotos tomadas sin la conciencia de la importancia del registro de la "obra", junto a amigos entusiastas que hacían lo que hacían por las ganas rebosantes de aprovechar los abundantes materiales de deshecho. La basura que la institucionalidad universitaria descartaba, los restos del orden reacomodados en los espacios que aún no estaban totalmente bajo el control de las autoridades. Lo que ejemplificaba lo que seguiría haciendo posteriormente a lo largo de los años, siempre en equipo y con atención a los puntos flacos de los mandamases.

Recordando cada cierto rato lo (lamentablemente no tan) inverosímil de estar bajo el gobierno de Alan García otra vez, Alfredo nos hacía confrontarnos con imágenes de los jóvenes subtes limeños en los 80 y su relación con algunos artistas, que improvisaban para ellos escenarios con materiales reciclados. Como él decía, nada estable ni aparatoso, sin ningún logo de gaseosa impreso. De una época en que, viéndolo desde ahora, parecía que ni los íconos ni las palabras habían sido tan usadas y cada quien se sentía libre de hacerlo, sin pensar en la posible ingenuidad o carga de pretensión de su uso.

Mientras recordaba mis primeros conciertos punk, alrededor de 1995, cuando Alfredo ya había tomado algunas decisiones ideológicas y estéticas más precisas, alejándose un poco del anarquismo e ímpetu irreflexivo inicial, me preguntaba qué pensaría él de esos conciertos y de los otros tantos que he podido ver en los últimos doce años, con nuevos y no tan nuevos actores y entusiasmos distintos.

Sobre todo me hacía preguntarme desde cuando (qué edad, qué año, qué época) se perdió el derecho a ser ingenuos, o tomamos distancia de la inocencia (o al menos pretendemos hacerlo, acción que en sí conserva bastante de inocente). Pensaba en mis amigos alrededor y lo diferentes que son nuestras ganas de hacer cosas en relación a aquellas. En cómo manejamos nuestras ganas de abrir espacios, de cambiar formas de vestir o bailar porque parece más cercano que cambiar formas de votar y al mismo tiempo pensaba en nuestra racionalidad: preguntándome en qué momento se hizo grande la autoconciencia de la posibilidad comunicadora de cada pequeña acción, gesto, palabra, en cuánto nos frena ese análisis constante y en lo que también tiene de bueno. En lo triste de sentir desconfianza de expresiones sencillas y en lo complejo de la necesidad de encontrar unas propias (¿cómo decir ahora "prohibido prohibir"?).

En la responsabilidad que nos da lo que sabemos, lo que hemos aprendido y que nos distancia de nuestros coetáneos que parecen eximidos de este pensar dos veces antes de hacer, entregados sin culpa ni miedo a la música y ropa de moda, a la fascinación del espectáculo, a cierta inconciencia en el consumo.

La experiencia de estar ahí era intensa, además, por la constante confrontación que buscaba Herbert Rodríguez con sus preguntas: reabrir heridas acerca de las posible filiación terrorista de un amigo de Alfredo o simplemente recordar la imposibilidad de tener claro de qué bando se estaba, y pensaba en mis papás, jóvenes izquierdistas de los 70, y en los modos en que cada uno asume el cerrar esas heridas o el dejarlas latentes, como una agonía pequeñita, incurable pero a la vez motivadora. Herbert hacía hincapié en la incapacidad de los presentes de imaginar lo vivido entonces por nuestra situación privilegiada como espectadores de esa exposición, es decir, como productores y consumidores del arte local: "élite cultural" y por momentos se hacían (inútiles a mi parecer) reclamos sobre la falta de poder representacional del arte "oficial" a las causas colectivas, que Alfredo contestaba sinceramente, dejando la pelota en la cancha de cada uno, en nuestro compromiso particular con el contexto y la necesidad de una búsqueda honesta de traducción de ideas en acción de acuerdo a cada interés o capacidad personal.

Me mantuve casi aguantando la respiración en varios momentos y no hablé cuando Rai nos sugirió a los más jóvenes que comentáramos lo que nos tocaba de lo visto porque tenía demasiadas ideas y sensaciones encontradas. Agradecí la revisión de las imágenes tomadas por Márquez de la prensa local para buscar dignificar una y otra vez a los afectados por la violencia política por recordarme el potencial dentro de cada foto, de cada periódico y otra vez el temor a la sensación de no poder usar algo por su supuesto abuso mediático, pero que en realidad confronta nuestra flojera o comodidad de pensar que no vale que sea usado pues "ya todo se ha vuelto panfleto".

Al final, lo que más me emocionó fue escuchar a Alfredo hablar del amor como motor principal de su trabajo (viéndolo como la causa principal para buscar la dignificación de alguien o algo), palabra poco mencionada en situaciones que involucren al "arte político".

Eso sí era inédito... Y pensar que salió como respuesta a una pregunta que me pareció absurda cuando la escuché, lo que era más coherente aún porque a lo largo de la noche vimos inteligentes resultados del reuso a lo dado por inservible por otros, a lo invisibilizado o considerado sobra.

Después de aquellas tres horas y media parecía casi absurdo salir a beber cervezas, pero al mismo tiempo necesitaba mucho estar con mis amigos... y la noche recién empezaba.

Fuente:
Te Conocí en un Bazar (blog), feb. 2 de 2007.

sábado, 26 de julio de 2008

COMENTARIO SOBRE «CAÍN Y ABEL» EN UN BLOG DE HISTORIA (por JORGE MORENO)

En la San Marcos de mi época, el rock estaba
bien para divertirse, no para investigarlo y
mucho menos para historiarlo”.

Hace algunas semanas tuve el gusto de leer en «El Reportero de la Historia», blog del historiador y periodista Jorge Moreno Matos, una generosa reseña sobre el trabajo que venimos realizando en el «Caín y Abel».

En su texto, el autor recuerda las limitaciones impuestas hasta hace algunos años al trabajo de los historiadores jóvenes –se refiere en particular a los sanmarquinos–, los cuales se hallaban bajo un contexto político e ideológico adverso a la libertad de elección de sus temas de investigación. Reinaba por entonces la historia social, disciplina que en sí misma no tenía ni tiene nada de malo salvo cuando es concebida como el arma que obligatoriamente debe empuñar todo aquel historiador que se sienta realmente comprometido con la urgente problemática social peruana. Los prejuicios académicos e intelectuales eran mucho más fuertes por aquel entonces: el resto de disciplinas debían obviarse, pues nada aportaban al esclarecimiento de las luchas populares del pasado ni, mucho menos, legitimaban el curso seguido por las actuales.

Visto desde esa perspectiva, es muy cierto que el presente proyecto hubiese sido calificado de «sacrílego», de "tiempo socialmente necesario" en desperdicio y, quien esto escribe, “hubiese sido expulsado del paraíso de Sociales” o quizá sometido a escarmiento «popular» (forma de paliza que de popular no tenía nada).


Comentario de JORGE MORENO

Hubo una época en mis tiempos de estudiante que había mucho prejuicio en abordar ciertos temas o utilizar cierta metodología en lo que debía investigar un historiador comprometido con la realidad de un país que atravesaba por un conflicto interno tan agudo que recién hoy estamos conociendo las verdaderas dimensiones y alcances del mismo. Un conflicto además que se podía auscultar plenamente en la San Marcos de los 80. Todavía recuerdo, en ese sentido, la intervención furibunda de un compañero en una clase denostando terriblemente la inutilidad de un libro (que no había leído) sobre 'La historia del beso' publicado en francés recientemente. En el fondo era el temor de caer en la tentación de prestar demasiada atención a las 'modas' que venían de afuera y que tuvo como consecuencia la abundancia de investigadores e investigaciones de historia social sobre casi siempre los mismos temas, generalmente coloniales. Me parece que si no nos atrevimos a más fue porque estaba mal visto, había que seguir con la mita, la estructura o protesta colonial.

No he podido menos que recordar todo esto leyendo Caín y Abel. Los archivos del Rock Subterráneo (1983-1992), un trabajo emprendido por un joven historiador de San Marcos (Sid Misious) que en aquella época hubiera resultado sacrílego y él, quien sabe, hubiese sido expulsado del Paraíso de Sociales. En la San Marcos de mi época, el rock estaba bien para divertirse, no para investigarlo y mucho menos para historiarlo. Y que conste que lo dice quien no tiene el mínimo aprecio o gusto por el rock, en cualquiera de sus variantes (¡qué viva la salsa!).

He escrito esta larga introducción porque hoy un trabajo como éste resulta no sólo nornal, sino incluso es celebrado y bien recibido, sobre todo si se ha abordado con un correcto planteamiento y una acertada metodología como es su caso (su Presentación es toda una declaración de principios y un ejemplo de cómo se plantea un tema novedoso para su investigación histórica). Pero parece ser que todavía subsiste el prejuicio de que hay temas que no merecen ser abordados por un historiador profesional. Es esto o es parte de la cultura 'subte', que no conozco muy bien, que su autor o autores se escuden en seudónimos cuando debieran presentarse en sociedad, sobre todo con trabajos como éste. Sus páginas son de lo mejor que he leído los últimos años sobre el tema y a ser tomada muy en cuenta en cualquier recuento historiográfico que se haga en el futuro. Como dije líneas arriba, para un profano en estos temas su lectura ha resultado una verdadera revelación y me ha hecho sentir más (verdadero) respeto por esta manifestación cultural e, inevitablemente, sentir nostalgia por los años perdidos. ¿Qué otros temas y asuntos dejamos pasar por puro prejuicio o pudor? Se me viene a la memoria, por ejemplo, Julio Cousteau. Pero esa es otra historia.

Fuente:
El Reportero de la Historia (blog), jun. 24 de 2008.