martes, 1 de abril de 2008

CAÍN Y ABEL [26] - por Rafo León

LAS PRIMAS
Puta’on, mis viejos se rayaron y yo terminé con un dolor de bolas de puta madre, choche. Puta, oe, mi jato está cada día más rayado, compadre, por culpa del sistema alienado. ¿Tú computas a mis primas mellizas? Compadre, son Charito y Anita, pues, de dieciséis años igual que nosotros y recontra mongas, puta, viven en Chimbote, compadre. Puta, no, no son mongas las dos, la Charito es súper pacharaca y Anita gansasa. Charito es voz de un grupo dark que se llama Clítoris y, puta, es tan malo, compadre, que no los dejaron presentarse en el festival Tallerock del No Helden; puta, bien hecho por alienados, chochera. Puta’on, Anita anda desde hace tres años con el mismo patín, de un grupo parroquial, y se va a casar con él. Compadre, las dos primas tuvieron, puta, que quitarse a Lima a no sé qué huevadas de sus certificados de colegio, y mis viejos las metieron al jato, choche. Puta’on, mi vieja es tan monga que cree que tengo cinco años, y dijo, puta, que como somos primos y chibolos, los cuatro íbamos a jatear en el mismo cuarto, choche. Puta’on, desde que las vi entrar al jato la Charito me cayó salsaza y, compadre, me templé de Anita. Puta, la manyé con su vestidito, su pelito cortito, y el bobo se me empezó a salir de su sitio, compadre. Puta, yo nunca me había templado, choche, oe, lo mío con Pocha Caracha no es amor sino, puta, una alianza contra la alienación del sistema, ¿manyas? Puta, con Anita, oe, fue un terremoto en mi chongo interior, ¿manyas? Puta’on, la huevada fue que mi prima estaba llena de prejuicios contra mí, compadre, por las huevadas que piensa esta sociedad de mierda, y el día que llegó, puta, me acerqué a darle su goteada, y ella, puta, pegó un salto de puta madre y se escondió detrás de mi vieja, que de puro asada me sacó la mierda con la escoba delante de mi amor. Puta’on, pero yo soy tan dedo que no quedé tranquilo. Puta, después de saludar se quitaron a bañarse y yo me fui detrás de Anita y le caí cuando se estaba metiendo a la batea, oe, me zampé al ñoba, y, agarrándole el cuello con una mano para que no gritara, oe, le dije: “Puta, prima, me cago por ti. No sé qué chucha tienes pero te he computado como la hembrita que necesito para no cagarme en este mundo de mierda”. Compadre, mientras le caía, los ojos se le iban saliendo, y cuando la empecé a paletear se desmayó y nos ampayó la pacharaca Charito y empezó a caerse de la risa y armó tal chongo que subió mi vieja y me volvió a sacar la mierda, esta vez con la cañería del lavatorio, que se saca y se pone, chochera. Puta’on, en la noche yo estaba más templado todavía, y antes del papeo me reuní con Flatulencia, les conté mi vacilón y, puta, decidieron ayudarme, cuñau, dando en mi jato un concierto con un tema especialmente compuesto por Pocha Caracha, que me felicitó como la puta madre por haberme templado. El tema es éste:

Puta’on, la que se vaciló con el concierto fue la Charito porque Anita asustadaza se quitó a jatear, choche. Puta, esa noche fue el infierno, compadre, puta, Charito jateaba en mi cama y Anita en la de Abel y mi mellizo y yo tiramos suelazo. Puta’on, no cerré los ojos ni un minuto, puta, y si me descuidaba mi mano se iba sola donde Anita, y yo mismo me decía, ya pues, huevón, déjate de cojudeces, que tú eres un subterráneo, un cholo punk que no cree en estas huevadas, pero como las huevas, choche, yo sólo quería echarme junto a mi prima, jatear juntitos y hacerle cariño en la mitra. Puta, al día siguiente se quitaron donde otros tíos porque Anita casi se enferma de los nervios, y me dejó con el bobo como un murciélago suelto, y volví a mi bajo en Flatulencia a sacarle la mierda a este sistema...


Ay, señor, que cosas las que me ocurren en esta edad tan difícil. Fíjese, la semana pasada llegaron de improviso al hogar unas primas chimbotanas que tengo, flor y nata de esa sociedad norteña, y mi vida se complicó hasta el delirio. Ellas se llaman Charito y Anita, y son hijas de mi tía Normita y mi tío Teobaldo, que en paz descanse. Mi tía Normita se dedica a hacer dulces y vive con sus hijas en una suntuosa residencia del barrio Nueva Esperanza, donde reciben a lo más graneado de la ciudad. Bueno, las primas mellizas llegaron a alojarse a nuestra casa por deferencia de mi señora madre, la nunca suficientemente adorada por mí. Le digo que Anita es una chica de lo más soportable, tranquila, de su casa, estudiosa y religiosa. En cambio la otra, Charito, ay qué le diré. Es de la misma tendencia que mi hermano mellizo, es decir, una salvaje. Pero lo más grave fue que Charito, desde que me vio, se me pegó y no me dejó en paz ni un minuto. Fíjese, cuando llegaron, la situación inicial fue muy tensa porque el Caín se quiso propasar con Anita, y aprovechando el laberinto y sin que yo me diera cuenta, la Charito me arrinconó contra la pared, me dio un asqueroso beso en la boca y me dijo una barbaridad así como “primo, estás mostrazo, esta noche te atraco de todas maneras”. Yo, ay, casi fallezco de la impresión, y volando fui y la acusé a mi señora madre. Esta santa mujer pidió consejo a ese hombre que es mi padre, que como siempre salió con una salvajada, y se me acercó y me dijo que ya era hora, algo así como de que se me alegraran los cojones, cosa que no entendí, pensé que se estaba refiriendo a los dulces que prepara mi tía Normita, ¿no? Bueno, desde que pasó eso con la Charito yo no me quise separar de mi santa madre, pero a la hora de la comida volvió a ocurrir otro episodio de lo más aterrador. Mi hermano Caín parece que se civilizó y trajo a su grupo de música para deleitar a nuestras primas. Bueno, la Charito con todos los del grupo, se puso a beber ron y se emborrachó de lo más feo. En un momento, cuando el grupo estaba tocando, yo sentí que una mano se posaba en mi pierna y empezaba a subir hacia mi pajarito. Casi me da el ataque, como no me daba cuenta muy bien de lo que pasaba, me confundí y pensé que alguien venía a violarme, y como usted sabe, no existe cosa a la que yo le tenga más pánico que a la violación. Cuando ya iba a empezar a gritar, la mano de mi prima me tapó la boca, y la otra mano me hacía cariño por todas mis partes íntimas. Felizmente mi santa madre se dio cuenta y vino en mi auxilio, pero ella creyó que la Charito sólo estaba bromeando, así que no cambió su decisión de que los cuatro durmiéramos en el mismo cuarto. Qué espanto, santo Dios, qué situación apocalíptica. Yo tenía que dormir en el suelo, al lado de la cama donde se ubicó mi morbosa prima. Santo Dios, toda la noche la pasé en blanco porque apenas me descuidaba, la Charito haciéndose la dormida volvía a pasarme la mano. En un momento no se aguantó más y me dijo en susurros que se había enamorado de mí y que quería que yo la hiciera mía. Como yo ya no tenía más armas contra ella, le compuse una poesía a ver si el arte le ablandaba el corazón y me dejaba en paz:

Bueno, después de esa noche aterradora, mi prima Anita habló con mi santa madre y le dijo que se sentirían más cómodas en el hogar de mi tía Berthita, en La Victoria, y se fueron. Pero antes, en un descuido mío, que me olvidé de poner cerrojo al baño, se me metió la Charito y, esta vez ya sin vergüenza alguna, ¡se desnudó y empezó a acariciarme! Ay, Virgen santa, yo pensé que el mundo se abría en dos. Fui a mi cuarto, traje una estampa de Santa María Goretti y se la di a mi prima. Esta me dijo algo que no entendí, como que yo era un cabro (que no sé lo que significa), y se fue, cargando con todos sus pecados.
Fuente:

¡No!, suplemento humorístico del semanario (Lima), Nº 37, págs. 5-6, nov. 2 de 1987.

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